viernes, 25 de septiembre de 2020

Zlatan Ibrahimović: el mejor futbolista de Suecia

El futbolista más exitoso en la historia del fútbol sueco es Zlatan Ibrahimović. Al escuchar esta aseveración, ciertos aficionados empezarán de inmediato a buscar en su cabeza otros nombres de futbolistas suecos, para tratar de negar lo que estoy diciendo. Soy consciente de que a algunas personas simplemente les cae mal Zlatan, sobre todo porque lo consideran arrogante (y otros porque son racistas). Pero eso no tiene nada que ver con los grandes logros de su carrera.

Zlatan, como lo conocemos en Suecia, o Ibra, como le dicen en Italia y otros países, nació en un barrio de inmigrantes en la sureña ciudad de Malmö. Sus padres llegaron de la desaparecida Yugoslavia, pero él es, como he dicho, sueco de nacimiento. Sin embargo, a los ojos de algunos suecos rubios, Zlatan es de todas formas algo así como inmigrante. Y quizá él tampoco se sienta sueco del todo. Siempre me llamó la atención que cuando jugaba con la selección nacional no cantaba el himno antes de los partidos.

Su madre trabajaba haciendo limpieza y su padre también era de extracción obrera. La pareja se separó y al niño Zlatan le tocó vivir un tiempo por aquí y otro por allá. En el libro Jag är Zlatan Ibrahimović, donde cuenta su historia al escritor David Lagercrantz, el ahora famoso futbolista describe cómo en el apartamento de su padre no había comida. Lo que sí había eran latas de cerveza y música yugoslava. Fue una niñez dura. Y las perspectivas para ese niño de pelo negro eran pocas.

La pasión de Zlatan fue desde temprano el fútbol. Eso fue lo que seguramente lo salvó de una carrera en el bajo mundo. Cuenta que robaba bicicletas y que no le iba bien en la escuela. Pero como quería ser futbolista y entrenaba bastante, nunca fue aficionado a las drogas ni al alcohol. Pasaba horas y horas en la calle copiando las fintas del brasileño Ronaldo, quien era su ídolo. De los futbolistas suecos no sabía casi nada.

Como muchos niños en Suecia, Zlatan era miembro de un equipo infantil. Pero era el único pobretón que llegaba del barrio de inmigrantes. Ya entonces era bueno para dominar el balón y hacer goles. Era un individualista, como Ronaldo y muchos delanteros famosos. Los padres de los otros niños empezaron a criticar a ese muchachito que driblaba demasiado y no pasaba la pelota. Llegaron incluso a firmar una lista donde le pedían a los encargados del equipo que lo echaran. Eso no lo olvida Zlatan Ibrahimović, ni lo olvidará jamás.

Otra cosa que lo ha marcado negativamente fue la corta temporada que jugó en el Barcelona. Para ese entonces, ya era una celebridad. Después de mostrar en el equipo de primera división Malmö FF que no era un jugador cualquiera, fue contratado por el Ajax de Holanda. Aún no había cumplido los veinte años y ya había debutado además en la selección nacional. Con el Ajax ganó la liga holandesa en dos ocasiones. De ahí pasó al Juventus de Italia, donde ganó el scudetto (el campeonato) dos veces. Dice estar agradecido por lo que aprendió con el entrenador Fabio Capello. Luego fue comprado por el Inter, donde ganó el scudetto tres veces. En este club estuvo un tiempo bajo la tutela de José Mourinho, por quien siente mucha estima y admiración.

Después de haber ganado títulos con esos reconocidos equipos y haber anotado una buena cantidad de goles, algunos de ellos espectaculares, fue que llegó al Barcelona, cumpliendo así uno de sus sueños dorados. Con el Barça ganó también La Liga. No obstante, ahí se encontró con el entrenador Pep Guardiola. Según cuenta Zlatan en su libro, "el filósofo" le hizo la vida imposible.

A Guardiola no le gustaba el temperamento del sueco. El Barcelona era como una escuela y todos los jugadores obedecían al entrenador. Muchos habían comenzado a jugar ahí desde niños y, aunque ahora eran estrellas, no podían dejar de comportarse bien. Y ahí había caído este sueco de barriada, que gritaba y se enojaba. No hay que olvidar que ya venía también del duro ambiente italiano. Al final, Guardiola no le hablaba, y si Zlatan entraba en un local donde él estaba, el entrenador se salía. Fue en otras palabras un caso de "mobbing", un ataque psicológico que no se le puede desear a nadie. Zlatan se sintió de nuevo como la oveja negra, el que no encajaba en el grupo por ser diferente.

Finalmente, Zlatan fue vendido en oferta al Milán de Italia, donde fue a ganar otra vez el scudetto. Después pasó al Paris Saint-Germain de Francia. Recuerdo que cuando lo entrevistaron en la televisión al llegar a París dijo que había llegado a ganar. A mí me pareció un poco aventurado y hasta pretencioso decir eso. Pero ganó cuatro veces la liga francesa. Y de ahí pasó al Manchester United y luego a Los Angeles Galaxy.

Zlatan ha ganado campeonatos y trofeos con casi todos los equipos donde ha jugado y ha obtenido un montón de premios en su carrera. Todo lo que hizo por la selección nacional de Suecia, no hace falta mencionarlo. Es el jugador que más goles ha marcado defendiendo la camiseta de la selección.

Cuando escribo esto, Zlatan Ibrahimović está de nuevo jugando con el Milán de Italia. Está por cumplir 39 años y sigue haciendo goles. Su historia parece un sueño, el sueño de un empecinado niño hijo de inmigrantes.

Fuente: Jag är Zlatan Ibrahimović: Min historia (2011)



viernes, 24 de julio de 2020

Un poema para Suecia

AQUÍ TODOS TIENEN SU COMIDA
Oscar García

Los muchachos entran al restaurante
y esparcen una lluvia de plomo
¿Por qué no leen libros los muchachos?
se pregunta una voz de vez en cuando
¿Por qué
si cuando niños devoran palabras
en el lindo jardín infantil
donde trabaja una Sanna o una Marta?
¿Por qué dejan de saborear sabrosas palabras,
que se sirven en todas partes,
ya en la dulce adolescencia?
Después es demasiado tarde
pues desde luego harán referencia a
“cosas más importantes en qué pensar”
Vivimos en un buen país
¿verdad?
Podemos llamar a otros países dictaduras
porque nosotros no somos dictadura
Somos feministas
que producimos juguetes, galletas de canela, coches
y vendemos armas a dictaduras
Aquí se necesitan jefes, técnicos, ingenieros...
La efectiva empresa de transporte
donde los sin papeles trabajan y son perseguidos
pierde 250 millones al año
De ahí el precio aumentado del precio aumentado
La masa castigada es multicultural
como la oferta de los restaurantes
como la guardería, el parque y la cárcel
La gente debe ser diferente pero tratada igual
¿O era al revés?
Recuerda que ya no se puede decir negro,
gitano ni lapón
proclaman los periódicos y la Academia
Di moreno, romaní, sami
¡y cómprate un apartamento con balcón!
Desde ahí ves a cien expárvulos que viajan
a Siria y a Irak
a luchar por algo en lo que ellos creen
La humeante sopa queda abandonada en la mesa
frente a bocas mudas que se preguntan:
¿Dónde están?
¿Qué son?
El móvil inmóvil migrante comunitario
ha dividido al país en dos
Pedir dinero no es delito
repiten la ley y la policía
pero lo mejor es que no te sientes en este banco,
que no duermas entre los arbustos
y que no cagues ahí atrás
Veinte mil libros se publican por año
que encuentran un lugar en la estantería
en el sótano de la biblioteca
¿Quién los va a saborear? ¿Qué niños?
Hay escuelas inteligentes donde a cada estudiante
le dan una computadora
donde se puede ver Facebook
La falta de profesores es tan grande como la autoconfianza
El subsidio social se llama ahora apoyo para subsistencia
declara la autoridad tras su escudo de papeles
¿Por qué no subsidio de subsistencia o apoyo social?
se pregunta un querulante
Porque nos gusta jugar con las palabras
hoy más que nunca
El orgulloso hombre de la cultura es despertado de vez en cuando
por la orgullosa mujer de la cultura
Luchan como leones en periódicos hambrientos
y elle adelanta su posición
mientras las drogas se venden a plena calle
y todo lo demás ocurre a puertas cerradas
Los vaciados heroinómanos bajan en edad
pero crecen constantemente en cantidad
a pesar de que cientos de cuerpos desaparecen cada año
Un famoso viola otra vez a una no famosa
mientras el televidente sueña con llamar la atención
¿Pero cuál ciudad te gusta más?
pregunta una voz de vez en cuando
¿Acaso no hay una pizzería en todas partes?
En el exterior saben mejor cómo son los suecos:
rubios, introvertidos, puntuales, fáciles
Aún así Mohammad no quiere llamarse Mohammad
porque Niklas y Sebastian consiguen más fácil trabajo
Muchos trabajadores están condenados de por vida
a contratos temporales y desempleo cíclico
Así es que ahora mejor nos bañamos en cerveza
de cientos de olorosas cervecerías artesanales
El juicio contra los muchachos
que no fueron al restaurante a comer
costó 50 millones de coronas
¿Qué bolsillos se llenaron con ese dinero legal?
El dinero crece por supuesto en los árboles
en los lejanos paraísos
La enfermera grita y cae libremente
sin paracaídas
y los conocimientos de los estudiantes también han caído
Arde, preocupa, sorprende
porque aquí la escuela es gratuita y todos tienen su comida

(Publicado originalmente en sueco en la revista Klass, número 2/2019)

sábado, 18 de julio de 2020

El parque de los muertos

En Estocolmo hay muchos parques grandes donde uno puede caminar con tranquilidad a la sombra de las coníferas. Uno de estos parques es el famoso Skogskyrkogården, "Cementerio del bosque" en español, que se encuentra al sur de la ciudad. Este camposanto fue creado a principios del siglo pasado y desde 1994 es considerado Patrimonio de la Humanidad.

El Skogskyrkogården tiene espacio para 100 000 tumbas y lo cruzan varias calles y senderos. El muro de piedra que lo rodea fue construido por desempleados, según reza en una de las puertas. Hay cinco capillas, crematorio con altas chimeneas y un bosquecito donde se esparcen las cenizas de las personas que no desean una tumba propia. Además hay una loma donde los visitantes se pueden sentar a contemplar el cementerio y tal vez meditar sobre la vida y la muerte.

La tumba más famosa de este parque-cementerio es la de Greta Garbo, que fue estrella del cine mudo en Hollywood. La célebre actriz está enterrada en un lugar preferencial, en un montículo sin tumbas alrededor que puedan desviar la atención. Probablemente hay otros personajes interesantes bajo los altos abetos. Pero hay que recordar que muchos de los famosos de Estocolmo yacen en cementerios más pequeños, o exclusivos, que se encuentran aledaños a las iglesias.

La inmigración ha sido constante en Suecia desde el siglo pasado y es lógico que esto también deje su huella en la actividad funeraria. En Estocolmo hay, por ejemplo, varios cementerios judíos. En Skogskyrkogården las tumbas judías tienen también una sección, no muy alejada del espacio destinado a los difuntos musulmanes. Sin duda, al final, la tierra nos une a todos. Aquí hay protestantes y católicos, creyentes y ateos, suecos e inmigrantes, izquierdistas y derechistas, etc., etc., etc.

Hace cinco años estuve presente en el sepelio de un amigo en el "Cementerio del bosque" y hoy pude constatar que su tumba está arreglada y adornada con flores frescas. Se encuentra en la sección de los católicos. No sé si él era católico, o si los familiares lo colocaron ahí más bien por cuestiones culturales. Mi amigo fue guerrillero en El Salvador y ahora descansa lejos de la tierra que lo vio nacer.

Los cementerios suecos son sobrios. Todas las sepulturas ocupan más o menos el mismo espacio y no hay mausoleos ostentosos como en otros países. Basta con una sencilla lápida.


viernes, 6 de marzo de 2020

Un cuento sobre Suecia

COMENZANDO DE NUEVO
Oscar García


Al salir del aeropuerto me recibió una muchacha que hablaba muy bien el español. Me dijo que se llamaba Karin, que me había estado esperando un buen rato y que había dejado el coche en el estacionamiento. Salimos al frío. Yo me sentía muy alegre y animado, a pesar del largo viaje. Por fin respiraba el aire nórdico. Suecia no era tan fría como pensaba. Pero solo estábamos en septiembre. En diciembre seguramente vería la nieve.

Karin condujo el coche por carreteras desoladas, atravesando bosques oscuros que me recordaron la famosa historia de Hansel y Gretel. Me sentía como en un sueño. La conductora casi no hablaba y a mí tampoco se me ocurría nada que decir. ¿Qué iba a decir? Me bastaba con observar. Todo era nuevo para mí, todo era interesante.

Llegamos al campamento. Karin me llevó directamente a un apartamento y ahí me dejó. Sin embargo, pronto apareció otra mujer. Me sorprendió que ella también hablara tan bien el español. Ann me mostró el pequeño apartamento donde yo iba a vivir. El lugar tenía todo lo que podía necesitar. Incluso había comida en el refrigerador y en la alacena. Ann era alta y guapa. Me contó que estaba casada con Manuel, un español a quien no pude menos que envidiar. Además me dio información general sobre el campamento. En cuanto me entregó la llave y se fue, me tiré en la cama, sin quitarme la ropa ni los zapatos.

Llamaron a la puerta. Cuando abrí los ojos no sabía dónde estaba. La luz de una lámpara que colgaba del techo me cegaba. Me vi en una cama arreglada y no reconocía nada. ¿Dónde estoy?, pensé. ¿Acaso estoy soñando? Paredes empapeladas, una gran ventana, un gavetero... De repente recordé todo: el aeropuerto, Karin, el viaje en coche, el bosque, Ann y el apartamento. Me encontraba en Suecia, por supuesto. Era un refugiado que estaba por comenzar una nueva vida. Entonces salté de la cama y corrí hacia la puerta. El timbre sonó una vez más antes de que lograra llegar. Abrí con rapidez.

―¡Hola! ―me dijo en español un hombre de cabello negro―. Me llamo Manuel. Soy el marido de Ann.

Manuel me tendió una mano sincera y yo se la estreché. Me pareció simpático. Ojos bondadosos y pantalones vaqueros.

―¡Hola! ―le dije―. Sebastián. Pase adelante.

Él entró al apartamento pero ni se sentó. Solo me quería saludar, me dijo, y aconsejarme que no me durmiera todavía.

―Es demasiado temprano ―me explicó―. Para ti es tarde; pero para nosotros es temprano. Si te duermes ahora vas a despertar a media noche y mañana te vas a dormir a medio día. Y así sucesivamente. Lo mejor es que aguantes ahora.

Fue agradable conversar un rato con él. Por lo visto, yo no era el único inmigrante en Suecia. Cuando se fue saqué las cosas de mis maletas, solo para tener algo que hacer y no quedarme dormido. Después de un par de horas me dio hambre y decidí preparar algo de comer. Freí un huevo y algunas rodajas de un salchichón que parecía pene de burro. Pan no había. Solamente encontré unas galletas cuadradas que parecían tablas y sabían a madera.

El campamento era un mundo cerrado y tranquilo que estaba en un barrio apartado. Alrededor había solamente bosque, donde se veían urracas y cuervos. Un caminito asfaltado lo conectaba con el centro del pequeño pueblo, por donde pasaba una carretera que conducía a la ciudad. Yo no sabía cómo ir ahí. No veía autobuses por ningún lado, nada que recordara a una terminal. Nada de ruido, nada de humo, nada de vendedores ambulantes.

La primera vez que visité el pueblo fue un poco especial. Fui al supermercado a comprar algo con el dinero que me habían dado en el campamento. Era un suma pequeña pero suficiente que me darían cada mes mientras viviera ahí, para comprar comida, jabón y otras cosas básicas. Eché a andar por el caminito asfaltado con una sonrisa en los labios. Era una bella mañana de septiembre. El aire era limpio, el sol brillaba y los pájaros cantaban. No llevaba prisa. ¿Para qué caminar rápido? ¿Para qué estresarme? Este era uno de los mejores momentos de mi vida.

A medio camino me encontré con una pareja de árabes que observaban un árbol. Estábamos en la misma situación. Habíamos encontrado refugio en la lejana Suecia y aquí íbamos a empezar de nuevo. El hombre me miró y señaló hacia el árbol. Vi entonces a una ardilla cobriza que dio tres saltos y luego se puso a comer algo. Qué graciosa era. Les sonreí a los árabes y les dije adiós con la mano. Ahora teníamos otra cosa en común: habíamos visto un animal del paraíso.

El centro del pueblo eran solo dos calles y una plaza. De inmediato noté que ninguna mujer cargaba a su hijo en brazos, como solían hacerlo en mi país. Aquí había que tener cuidado para no ser atropellado por alguno de los tantos cochecitos que circulaban. Mis ojos se prendieron luego de un hombre que pasó a toda velocidad en una silla de ruedas. Nunca había visto cosa semejante. La silla se movía sola. Parecía una nave espacial, con palancas y todo. Eso me hizo recordar a los discapacitados de mi país. Algunos se arrastraban por el suelo, como reptiles humanos, sucios, lisiados y alcoholizados. Se pasaban todo el día en el mismo lugar, por lo general en la puerta de una iglesia o en alguna esquina, pidiendo limosna. Qué diferente era aquí. Sin lugar a dudas, Suecia era fantástica.

Entré al supermercado alegre y lleno de curiosidad. Había tantas cosas interesantes: caviar en tubos de pasta dental, limones de plástico, pescado encurtido en frascos, pan oscuro… Me divertía solo viendo los productos. No obstante, cuando llegué a la caja sentí un poco de miedo, porque sabía que no entendería lo que dijera la cajera. Aunque en realidad no importaba, pues podía leer las cifras en la pantalla a la hora de pagar.

Mis compras avanzaron sobre la banda: un pepino, seis huevos y un pan de caja. Cuando la cajera habló, miré las cifras en la pantalla, pagué y pasé por la caja. Pero entonces me di cuenta de algo: no había tomado una bolsa plástica. Así es que regresé rápidamente a coger una. Y como sabía que las bolsas plásticas servían luego para la basura, aproveché para agarrar dos más y las metí en la primera.

Cuando levanté la vista quedé paralizado. Fue una sensación horrible. La cajera tenía los ojos puestos en mí. La señora que estaba detrás de mí también me observaba. Y los que estaban más lejos en la cola también me miraban. ¡Todos me miraban! Pasé por la caja otra vez, pero ahora perseguido por esas ardientes miradas. No fue nada fácil meter las compras en la bolsa. El pan estaba más cerca de la cajera que de mí, el cartón de huevos se abrió, el pepino no quería entrar... Yo sentía la cara caliente. ¿Por qué me miraban así? ¿Me veían raro? Cuando logré meter mis cosas en la bolsa salí huyendo de ahí.

La siguiente vez que fui al supermercado me puse a estudiar a los clientes y a la cajera. Entonces entendí todo. Las bolsas no eran gratuitas. Yo no las había pagado y es por eso que todos me miraban. ¿Pero cómo iba yo a saber eso? Las bolsas eran gratis en mi país.